Hace poco comentaba en el blog de Josie16 acerca de si existía o no el arte Kitsch (arte que se caracteriza por ser de mal gusto, pasada de moda, chafa); mi punto de vista final fue que la clasificación del arte queda siempre en el criterio de cada persona. Por más que nos digan los más conocedores que Picasso creó grandes obras maestras, cada quien terminará clasificándola como más le agrade -que mucha gente se deje llevar por lo que los demás consideran “buen” arte y lo acepten como tal sin poner un ¿por que? de por medio, es otra cosa-.
Entonces, según la visión general y echándole un poco de sentido común, pintar cuerpos desnudos es artístico (y si se hace bien, hasta erótico). ¿Pero qué pasa cuando llega alguien y hace algo tan poco común como pintar testículos?
Pues que frunces el ceño y pones cara de what? para después señalar con el dedo y calificar de desviado mental a quien se atrevió a mostrarte tal aberración… Bueno, talvez no hagas tanto circo, pero si te saca, por lo menos, un ¡no mames!
Belle Wether es una arista que se dedica a pintar y dibujar las fábricas masculinas de la vida (gumaros, huevos, bolas, testículos, titis… como quieras llamarles) a todo detalle y en escala de grises.
A mí me impresionó la forma en que domina el uso de las sombras y brillos. Los pliegues de la piel son tan perfectos que parecen fotografías. Punto aparte del reconocimiento a los valientes que se atrevieron a posar durante no sé cuantas horas con los gemelos al aire en nombre del arte. Porque para mí, esto es arte.
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